¡Buenos días!
En esta entrada queríamos contar nuestra experiencia visitando una bodega, en concreto la Bodega de la Familia Torres, en Vilafranca del Penedes
En primer lugar queria decir dos cosas importantes: este post no está patrocinado ni nada parecido, y como siempre aquí sólo ponemos nuestra opinión real sin condicionantes (que seria la misma que si estuviera patrocinado, sólo que no es este caso) y luego que el vino nos encanta, sobretodo el blanco, pero, y esto es importante, no hay estudios que demuestren de forma fehaciente que es saludable, o que tiene beneficios, y que tomarlo puede provocar adicción, queda dicho.
Al llegar ya vemos que es una zona pensada para visitas, muy bonita, y como toda la bodega muy moderna, y se nota hecha de hace poco. El entorno, entre viñedos del Penedès, es precioso, lleno de viñas, verde, y la verdad es que todo encaja bastante bien en dicho entorno.
Al pasar la recepción, nos encontramos con un pequeño video, donde nos hacen una introducción de la família Torres y como desde el siglo XIX están elaborando vinos. Actualmente sigue siendo una empresa familiar, de tercera generación y tiene intereses en Chile y California, así que muy bien por la diversifación territorial.
Después nos llevan en un trenecito eléctrico, a recorrer un poco las viñas, y hasta una bodega. Podemos ver los campos, y siempre va bien tener alguna idea nueva del tema, ya sabiamos que las rosas plantadas delante de las viñas era porque son más sensibles a enfermedades, y antes de caer enferma la cepa, lo hacen las rosas, así sirve como aviso, pero no sabiamos que dejar nacer hierba o incluso plantar algo a próposito sirve para estresar más la viña, restarle así agua, y que la fruta tenga un poco más de azucar (¡siempre se puede aprender algo nuevo!).
La bodega como el resto, precioso y moderno, enterrada en tierra blanca para que se refleje la luz y así dar un poco más temple al interior, y nos explicaron las diferencias en el tipo de almacenamiento, de roble frances para los de más cuerpo y de acero inoxidable para los afrutados y similares, para luego pasar a la zona de almacenamiento. Las luces y sombras de esta zona eran preciosas, se nota que es una zona pensada para las visitas, pero ojala todas las bodegas o recintos fueran tan bonitas, jeje.
Después vino la ansiada cata de vinos con quesos. El primero era un vino blanco que acompañaba a un queso brie, para pasar despues a dos tintos con sendos vinos curados, y un vino tipo moscatel para el queso azul.
Al finalizar, visita a la tienda, y después a la salida.
En resumen, nos encanta la experiencia de conocer más sobre la tierra, las plantas, la crianza de la fruta, y por supuesto probar vinos interesantes. Es una experiencia interesante y que recomendamos, pero claro, sólo si os gusta el vino.
Nuestros gustos son más de vino blanco, ya sea del Penedès, Rueda, o más bien de uva extranjera, sobretodo Riesling, Gewurztraminer o Pinot en sus variedades. ¿Os gusta el vino? ¿De que tipo?.
Es un breve resumen, pero cualquier pregunta, estaremos encantados de responder.
Un abrazo!
Mónica Cook Slow.